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Ahimsa – No violencia

Te proponemos en esta ocasión, que nos orientemos al estudio del principio o valor de Ahimsa que se sitúa en el primer lugar de los 5 Yamas que se expresan en el tratado de Yoga Sutras.

La propuesta es dirigir nuestra consciencia hacia la observación y la reflexión de este aspecto en nosotros y en nuestra vida.

Los Yamas concretamente, son abstenciones, 5 abstenciones a la realización de ciertas conductas. Son actitudes que, en su virtud conviene desarrollar y, en su sombra conviene aprender a gestionar para una mejor canalización de dicha energía y por consecuencia, un diferente impacto en nosotros mismos y nuestro entorno.

Tomar consciencia de dichas energías físicas, mentales y emocionales, asumir el reto de gestionarlas, saliendo de la respuesta impulsiva e inconsciente y encontrar una nueva forma más saludable de expresarlas, sin caer en la represión o daño personal, nos facilita la posibilidad desarrollar la virtud como yoguis y yoguinis, también como personas en relación.

El desarrollo de nuestras cualidades constructivas nos acerca, en definitiva, al gran objetivo del Yoga que es la realización de esa unión, el logro de ese estado Uno del ser, pacífico, sereno y amplio. Desarrollar nuestra virtud no significa negar ni reprimir nuestras emociones, sino aprender a verlas, reconocerlas y aceptarlas, gestionarlas y darles una expresión para un bien mayor.

Recuerda que Ahimsa es uno de los Yamas que, junto con los otros 4 Yamas, los Niyamas y los otros 6 Sutras o caminos del Yoga, forma un conjunto de técnicas, enseñanzas, herramientas para el logro o acercamiento a este estado superior de la consciencia.

Practicar Asanas, Pranayama, concentración de la mente y aprender a gestionar determinados impulsos personales, todo en su conjunto, es lo que nos va a ayudar a lograr la progresiva transformación hacía la serenidad, la ecuanimidad y el desapego.

Incorporar el principio de Ahimsa a nuestra forma de vivir supone, ampliar nuestra consciencia sobre qué genera violencia en mí, cómo es esa violencia, qué hago con esa energía violenta y el impacto que esa expresión por mi parte genera en mi comunidad y en mí.

Este primer paso, el de tomar consciencia y reflexionar sobre este aspecto, es fundamental para poder avanzar y requiere de un gran coraje y honestidad. Asumir y aceptar la realidad que hay en mí a día de hoy, aunque me genere dolor o culpa, tristeza o miedo, es necesario como punto de inicio ya que, gracias a la observación realista, podremos iniciar el proceso interno psico-físico-emocional para la transformación de dicho aspecto.

Aceptar, sostener sin juicio, sin apegos, fluyendo, observando la realidad que emerge a nuestra consciencia, sin variarla, simplemente respirándola, sensándola de la misma manera que realizamos Savasana tumbados en el suelo, es la única manera de ampliar nuestra capacidad de amar la vida, a nosotros mismos y a la realidad que se hace visible desde ese estado sereno.

Es fundamental aprender a mirar todo esto desde una consciencia serena, amplia y honesta que no juzgue la violencia, que permita su existencia sin exigencias, sabiendo que ésta, forma parte de la vida, al igual que todas las formas de manifestación coexisten. La vida y la muerte, la ingesta y la excreción, la luz y la oscuridad, el amor y el odio, la violencia y la paz, la alegría y la tristeza, el esfuerzo y el descanso y que todas estas polaridades se necesitan para transitar la experiencia de vivir. Por ello, es importante comprender que avanzamos y nos desarrollamos a través de transitar ambas partes de la polaridad y comprender la verdad que hay más allá de la misma polaridad. Depende del momento, depende de cada situación presente y de la reacción que haga yo de dicha experiencia en cada etapa de mi vida.

Imagen extraída de la web https://maasyoga.com.ar/noticias/practica-del-yoga/los-8-pasos-del-yoga/

Nos corresponde gestionar desde la responsabilidad y la aceptación a cada momento evolutivo de la existencia y de nosotros mismos, todo lo que va emergiendo. En ocasiones lo haremos con más o menos acierto, con más o menos virtud puesta al servicio de dicha experiencia. Es importante comprender también que, de la misma manera y en el mismo proceso se hayan nuestros compañeros y compañeras de viaje, amigos, pareja, familia, hijas, alumnas, habitantes de mi ciudad, de mi planeta…sabiendo que, lo que juzgamos como el bien y el mal existe en la realidad en igualdad de derecho, son necesarios para la evolución y que nuestra labor es serenarnos y profundizar sintiendo eso que acontece, comprendiendo la verdad que hay más allá de lo que parece.

A demás de ser capaces de ver la violencia que hay en mí, ya sea hacia fuera o hacia mí misma, este trabajo pasa por seguir desarrollando el segundo Yama Satya (honestidad). El trabajo que proponemos no es el trabajo de asumir el principio de Ahimsa o no violencia desde la ejecución de un dogma o un mandato, sino más bien, el trabajo de desarrollar esa actitud de respeto hacia todo lo que te rodea y hacia ti mismo asumiendo que en ocasiones podríamos encontrarnos atravesando procesos de violencia en nosotros y nosotras. Por ejemplo, cuando me daño realizando un asana sin darme cuenta, cuando pierdo mi templanza y grito, cuando me juzgo negativamente al comprobar que no puedo concentrar mi mente o estoy poco flexible. Cuando me enojo e insulto a aquel que ha cometido un error o ha ejercido violencia, o cuando elijo alimentos que suponen daño y sufrimiento sin ser consciente de ello. Cuando toxifico mi organismo o le daño a través de sustancias o ropas que me dañan y un largo etcétera que te invitamos a que sigas observando.

Este trabajo, nos ayuda a darnos cuenta de todo esto y a poner especial cuidado a la hora de cuidar el bienestar de mi cuerpo, de mis límites, de los demás, de mi entorno cercano, de mi planeta… Sin embargo, desde el Yoga, no existen conductas correctas o incorrectas, sino que todo pasa por la consciencia, la aceptación, el cuidado y el amor. Por la verdad superior que hay más allá de lo aparente en cada momento. Por ello, encontrarnos descubriendo algo que supone cierta violencia hacia mi o hacia otros, no significa que debamos obligarnos a lograr imposibles exigencias, sino a ser conscientes y desde el cuidado y el amor ir gestionando eso poco a poco. Así podremos lograr avanzar a lo largo de los tiempos, con suavidad como el que avanza en la profundización en la realización de un asana.

Te invitamos a que reflexiones sobre esto, que te observes conscientemente, sin olvidarte de respirar concentrada al mismo tiempo, que te vas serenando y amando eso que mejor puedes ir haciendo en cada instante. Poco a poco, si es el caso, disfruta de observar que has conseguido evolucionar y lo que antes te parecía imposible o difícil ahora ya es un logro.

Muchas gracias.

 

 

Reflexión escrita por Cristina Pastor
Practicante e instructora de Yoga
Terapeuta Gestalt

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